Premios Planeta 1955-1958: Tres pisadas de hombre. El desconocido. La paz empieza nunca. pasos sin huella. / Antonio Prieto; Carmen Kurtz; Emilio Romero; Fernando Bermúdez de Castro
SINOPSIS: Tres pisadas de hombre transcurren en tierras americanas, sin que por otra parte se parezca en nada a la Catira. La estudiada y laboriosísima reconstrucción de Cela es completamente distinta de la obra de Prieto, que tiene un ímpetu juvenil arrebatador que la hace contagiosamente simpática y muy eficaz; la historia es tan trépidamente que nos lleva en volandas, empuja sin cesar a seguir leyendo y a interesarse por una acción que no concede ni un momento de reposo. El desconocido arranca de un episodio de la historia colectiva muy reciente en aquella época, la repatriación de un puñado de españoles que volvieron de Rusia a bordo del seminarista. Entre ellos, el personaje imaginario de Carmen Kurtz, Antonio, que había luchado en la División Azul, y que casi doce años después de su partida regresaba al lado de los suyos. "Los suyos" es una expresión que en este caso adquiere un significado muy peculiar; nada más suyo en principio que su propia esposa. Dominica, que le había sido fiel durante todo este tiempo, y para quien, sin embargo, ahora va a ser el desconocido. La paz empieza nunca es también una síntesis descriptiva, un recuento, pero de un gran tema histórico, casi el mismo, aunque la óptica sea muy diferente, que trató Gironella en su damos a trilogía: la España contemporánea, la España fratricida de la guerra civil, sus razones, su evolución y su manera de salir del terrible túnel de la contienda. El protagonista, ese López que tiene un nombre común a tantos otros españoles, nos dice que va cantar "una historia de muchos", y su vida aspira a ser un resumen simbólico de la tragedia vivida y a la larga superada por millones de compatriotas. Pasos sin huellas no parece obra acreedora de juicio tan severos. Es libro en conjunto más bien leve, que de un modo deliberado se distancia de las tremendas modas de aquel entonces (en 1958 se publicaron Los hijos muertos, de Ana María Matute, Las afueras, de Luis Goytisolo, Central eléctrica, de López Pacheco), que exigían rigores técnicos o denuncias sociales.
