RESEÑA: Durante un viaje a París, en el que acompaña a su marido a un congreso, pide reiteradamente, en el restorán, un plato con sesos, para conducir su memoria hacia aquella amistad de infancia y adolescencia de una manera proustiana, y mientras recuerda, comienza a admitir que a su matrimonio sólo lo sostiene la simulación, quizá como espejo de Storyland, el parque temático que recrea libros de cuentos infantiles en el que ella y su amiga trabajaban; una fantasía idílica y tan mentirosa como casarse, comer perdices y ser felices, a su vez reflejo de los Estados Unidos de América, cuyos sueños de gloria se realizan en el camino de una historia y una tradición de las que no conviene apartarse. A la salida del parque hay una tienda de souvenirs, el último eslabón mercantil de la cadena de apariencias, metáfora de un país fundado en la grandeza de lo artificial.