En una sólida estructura teatral, Sergio De Cecco traslada el mito de Electra a una casa de Palermo de principios de siglo. Inteligente, el texto subraya, con el más puro trazado dramático, la universalidad de los personajes clásicos, insertos en un mundo concreto de guapos, caudillos y politiqueros. La fuerza de El reñidero, su evidente trascendencia, se sustentan en el riguroso lenguaje escénico mediante el cual el autor ha encontrado los paralelos exactos, las semejanzas justas. Tarea fascinante esta recreación del mundo griego, porque reafirma la fraternidad del hombre a través de los siglos y la esencial unidad del alma humana.
