Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Compañia Naviera Ilimitada, 2019.
Notas:
RESEÑA: Antes de morir, Leila le deja a su hija Charo una bitácora de su vida. Allí entablará con ella una conversación unilateral donde le mostrará con qué ojos la miraba y dónde se encontraba en cada momento crucial. Charo, como buena dramaturga, teatralizará a partir de los cuadernos legados la reconstrucción de su madre. A través de los testimonios de familiares y vecinos buscará completar la imagen de Leila, como si al morir se hubiese quedado con una foto rota y ella, desde la escritura, la anime a encontrar el pedazo faltante. Sández configura un género interactivo, juega con los estilos y encuentra transmitir aquello que atraviesa lo corpóreo. El texto logra la comodidad del lector en algo totalmente nuevo. Lo hibrido se vuelve inherente de este relato como si el que lo leyera no pudiera concebir que se haya escrito de otra forma. Los diálogos y las reflexiones llegan con naturalidad, impactan en las paginas e invitan a indagar en lo profundo. Las hojas fluyen. La lectura cobra significado y retruca lo anterior. La escritura y la literatura son tema de esta historia como punto de partida para transitar la vida y, también, como punto en común con todo lo que nos rodea. Libros que se prestan y quedan anotados en una libreta con nombre y fecha. Libros que pasan de mano en mano. Fragmentos del cuaderno que se intercalan con una historia que enreda la vida de varias familias en el sandcastle. Vecinos que se vuelven cercanos como la sangre. La constante visión del otro y el intento de todos los personajes de descubrir quién era Leila para ellos es otro de los temas latentes. Un juego entre el recuerdo doloroso y el alegre pasea por la indagación. Secretos que se guardan y a la vez no son tan secretos. No dichos silenciados y con muchas ganas de sacar para afuera. La novela encierra, entre otras cosas, un misterio, algo sucedió hace muchos años en el sandcastle que marcó a fuego a muchos, algo que algunos tapan y otros necesitan dejar por escrito para por fin liberarse de la carga. La bellísima historia de Mariana Sández me despertó una interrogante ¿qué tan bien conoces a tu mamá? O a cualquier persona que crees cercana, unida por un hilo invisible inquebrantable y que sospechas transparente, puro, sin secretos. La interioridad del otro se despierta en los cuadernos de Leila, le abre la puerta a Charo hacia un espacio que pocas hijas logran meterse. Charo procesa la información desde lo artístico, su duelo se canaliza en el teatro, su madre se vuelve su musa y su hipotexto. Charo nos abre las puertas a todas las hijas, nos deja conocer a su madre a fondo, no solo a través de sus ojos, sino a través de los ojos de amigos, familiares y los de la propia Leila. ¿Quién no daría todo por tener unos minutos más con su madre a través de la escritura?
