SINOPSIS: Con un tono de estricta sencillez y rara expresividad, la autora va conformando un paisaje único: chiquilines perdidos en la sombra de un país, Chéjov entre levaduras y estrellas, Macbeth un poco triste entre reflejos, y pescadores porfiando con banderas de luz. En síntesis, el juego de la inmortalidad que se revela ante la mejor poesía.