En Una novela que comienza, cada historia que empieza se pierde, se confunde y no tiene final. Lo que gusta es el camino que se crea y las imágenes que se van uniendo unas con otras. El juego es constante y es lo único que se mantiene. El propio autor interrumpe la narración una y otra vez para mostrar su opinión, por lo que nada se respeta en ella. Eso a lo que estamos acostumbrados, es destruido y se nos muestra algo así como el detrás de escena de un largometraje. Da la sensación de que el relato se construye a medida que vamos leyendo, en diálogo con nosotros. Leer esta novela es recorrer las calles de Buenos Aires junto a Macedonio y recrear situaciones que de forma tan particular describe. Es entrar en ese juego en el que todo está construido: autor, narrador y lector. Una novela que comienza es el único libro publicado en vida del autor, en 1941 y en Chile, concretamente, aunque estaba escrita en los años 20 del siglo pasado.Macedonio Fernández es el clásico nombre que suena vinculado a la literatura argentina, sobre todo a Borges. Bolaño lo cita hasta siete veces en Entre paréntesis. Macedonio parece más un personaje de Borges que un escritor real.