Morir en Berlín es una novela del desencanto, por partida doble: la del exilio, con todas sus resonancias políticas, sociales, humanas; la del sistema, con sus mecanismos represivos, sus poderes ocultos, sus laberintos kafkianos, sus libertades reprimidas. Algo así como una hoja en el vendaval que remeció la utopía que se estaba gestando.